Ser, hacer y tener...

Haremos que nuestra vida “despegue” cuando, primero, logremos pensar en ella con total claridad. Pensemos en lo que queremos ser, hacer y tener. Pensemos en ello a menudo, basta con que lo veamos muy claro, así cuando logremos dicha claridad, no pensemos en nada más. No imaginemos otras posibilidades. Disciplinemos nuestra mente para que mantenga con firmeza el pensamiento creador original. Cuando nuestros pensamientos sean claros y firmes, empecemos a hablar de ellos como verdades. Firme y fuertemente. Utilicemos el gran mandato que hace surgir el poder creador: yo soy. Hagamos la afirmación “yo soy” a los demás. “Yo soy” constituye la más poderosa afirmación creadora del universo. Sea lo que sea lo que se piense, sea lo que sea lo que se diga, tras las palabras “yo soy” ello pondrá en movimiento dichas experiencias, hará que surjan, las traerá a nosotros. No hay ningún otro modo que el universo pueda funcionar. Ninguna otra ruta que pueda tomar. El universo responde al “yo soy” como responde el genio de la botella a Aladino. Si canalizamos nuestros pensamientos, ejerciendo un control sobre ellos, no es tan difícil como parece. (En este sentido, tampoco lo es cruzar el Canal de la Mancha a nado). Es cuestión de disciplina. Es cuestión de proponérselo. El primer paso consiste en aprender a controlar nuestros pensamientos; a pensar en lo que pensamos. Cuando nos sorprendamos a nosotros mismos teniendo pensamientos negativos -pensamientos que nieguen nuestra más alta idea de nosotros mismos-, pensemos otra vez. Literalmente hacerlo. Si pensamos que estamos abatidos, hechos polvo, y que de ahí no puede salir nada bueno, pensemos otra vez. Si pensamos que el mundo es un lugar malo, lleno de acontecimientos negativos, pensemos otra vez. Si pensamos que la vida se nos rompe en pedazos, y parece que nunca la podremos recomponer, pensemos otra vez. Podemos entrenarnos en hacer esto. El detalle es que estamos bien entrenados en no hacerlo. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero por lo menos, lo sabemos, y si lo sabemos, no dejemos nunca de intentarlo.