Religión y Espiritualidad
“Sentirse bien” es la forma en que el alma grita: “!Esto es quien soy yo!”, “sentirse bien” es la forma en que el alma dice ¡presente!.
Actualmente muchas personas ridiculizan y/o condenan la idea de “hacer lo que hace sentirse bien”. Dicen que es el camino al infierno, sin embargo ¡este es el camino para ir al cielo!
Mucho depende, desde luego, de lo que nos haga “sentir bien”. En otras palabras, ¿qué clases de experiencias consideramos que son buenas para nosotros? Sin embargo nunca tuvo lugar ninguna evolución por medio de la negación. Si el fin es evolucionar, no hay que creer que se logrará porque nos hayamos negado nosotros mismos exitosamente lo que sabemos que nos hace “sentir bien”, sino porque nos concedemos a nosotros mismos esos placeres, y descubrimos algo mayor todavía. ¿Cómo podemos saber que algo es “mayor” sino hemos probado lo “menor”?
La religión pide que se acepte su palabra al respecto. Esa es la razón por la que, a la larga, todas las religiones fracasan.
Por otra parte, la Espiritualidad, siempre tendrá éxito.
La religión pide que aprendamos de la experiencia de otros. La espiritualidad nos apremia a que busquemos la propia.
La religión no puede soportar a la espiritualidad. No puede aceptarla, ya que la espiritualidad nos conduce a una conclusión diferente a la de una religión en particular, y eso no lo puede soportar ninguna religión conocida.
La religión nos alienta a explorar los pensamientos de otros y aceptarlos como propios. La espiritualidad nos invita a descartar los pensamientos de los demás y a alcanzar los nuestros.
El “sentirse bien” es una forma de decirnos a nosotros mismos que nuestro último pensamiento fue verdad, que nuestra última palabra fue sabiduría y que nuestra última acción fue amor.
A fin de observar que tan lejos hemos evolucionado, hay que darse cuenta simplemente de que nos hace “sentir bien”.
Sin embargo no hay que violentar esta nuestra evolución personal, para evolucionar más, con más rapidez, negándonos lo que se siente bien, o alejándonos de ello.
La autonegación es autodestrucción.
No obstante, noticia: la autoregulación no es autonegación. La regulación de la conducta es una elección activa de hacer o no hacer algo basado en una decisión propia con respecto a quien es uno. Si declaramos que somos unas personas que respetamos los derechos de los demás, la decisión de no robarlos o atracarlos, no violarlos y saquearlos, difícilmente es una autonegación. Es una autodeclaración. Por eso se dice que lo que origina que uno se sienta bien es la medida de su evolución.
Si lo que nos hace “sentir bien” es una actuación irresponsable, una conducta que sabemos puede perjudicar a otros o causar infortunio o dolor, entonces no hemos evolucionado mucho.
La clave aquí es la concientización. Y es tarea de los mayores en las familias y en las comunidades crear y difundir esta concientización entre los jóvenes. También, es misión de los mensajeros de Dios incrementar la concientización entre todos los pueblos del mundo, a fin de que puedan entender que hacer a o para uno, es hacer a o para todos, porque todos somos Uno.
Cuando procedemos a partir de “todos somos uno”, es prácticamente imposible que el lastimar a otro “se sienta bien”. Se desvanece la llamada “conducta irresponsable”. Dentro de estos parámetros los seres en evolución buscan experimentar la vida. Es dentro de estos parámetros que propongo: concédete a ti mismo permiso para tener todo lo que la vida ofrece, y descubrirás que ofrece más de lo que alguna vez te imaginaste.
Somos lo que experimentamos. Experimentamos lo que expresamos. Expresamos lo que tenemos que expresar. Tenemos lo que nos concedemos a nosotros mismos.
Con afecto,