Hagamos el bien sin mirar a quien
Mucha gente tiene el pensamiento de si misma, de que no es lo suficientemente buena, lo bastante maravillosa, lo bastante pura para ser una sociedad con Dios. Se han hegado tanto tiempo quienes son, que han llegado al punto que lo han olvidado. Esto no ocurre por azar. No es una casualidad. Forma parte de un plan divino, puesto que no podríamos afirmar, crear o experimentar quienes somos, si ya lo fueramos. Era necesario que primero rompiéramos, negáramos, olvidásemos el vínculo con lo divino con el fin de experimentarlo mediante una creación plena. Todo lo que vemos en nuestro mundo es el resultado de nuestra visión de ello. Si queremos que nuestra vida "despegue", cambiemos nuestra idea sobre ella. Pensar y actuar como el Dios que somos. Y es aquí donde el asunto se complica, porque se ha podido aceptar ser "su hijo", "su descencia", pero ser llamado "su igual" es demasiado, puesto que si somos iguales a Dios, esto significa que nada se nos da, sino, que todo es una propia creación nuestra, es decir, ya no hay victimas ni villanos, sólo resultados de nuestro pensamiento sobre algo. Abandonemos el inconsciente. Hagamos lo que el alma ha decidido hacer desde el principio de nuestros tiempos. Fijémonos primero en el más alto pensamiento sobre uno mismo. Imaginemos como sería el día a día acorde a ese pensamiento. Qué pensaríamos, dijéramos e hiciéramos, de seguro, notaríamos una gran diferencia. Debemos verlo, puesto que sabemos que en este mismo momento no estamos viviendo nuestra más alta visión sobre nosotros mismos. Una vez identificadas las diferencias entre donde estamos y donde queremos estar, empecemos a cambiar conscientemente nuestros pensamientos, palabras y acciones. Esto requerirá de un tremendo esfuerzo físico y mental. Un constante control, momento a momento, de cada pensamiento, palabra y acto. Tiene que ver con una constante y consciente toma de decisiones. Este proceso de pasar al lado conciente, nos permitirá darnos cuenta de que hemos estado más de la mitad de nuestra vida del lado inconsciente, es decir, ignorantes en cuanto a nivel consciente de lo que hemos decidido en cuanto a pensamientos, palabras y actos, hasta que hemos experimentado sus concecuencias, y cuando hemos experimentado esos resultados, hemos negado que nuestros pensamientos, palabras y actos tienen algo que ver con ellos. Puede ser que este terrible proceso de control mental pueda ser agotador, y si, que puede serlo, hasta que se converta en nuestra segunda naturaleza, que viene reafirmando que si, que es nuestra segunda naturaleza. Nuestra primera naturaleza consiste en amar incondicionalemente. Nuestra segunda natuaraleza consiste en reafirmar nuestra primera naturaleza y expresarla conscientemente. Entónces, si queremos que haya cambios en nuestras vidas, imáginemos nuestras vidas del modo que deseamos que sea, y tratemos de alcanzarlo. Examinemos cada pensamiento, palabra y acto que no se acerque a esa idea, y alejemosla de nosotros. Cuando tengamos un pensamiento que no cuadre con esa idea, inmediátamente cambiemoslo por otro, cuando digamos algo que no cuadre con esa idea, tomemos nota para no volver a decir nada semejante otra vez, cuando hagamos algo que no encuadre con nuestra mejor intención, decidamos no volver a repetirlo nunca más, y siempre que podamos, hagamos el bien sin mirar a quien.
Con cariño,